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¿Tu terapeuta está haciendo bien su trabajo?

  • Foto del escritor: Alexa Perez Salazar
    Alexa Perez Salazar
  • 11 ago
  • 2 Min. de lectura

En los últimos años, hemos visto un aumento en la apertura hacia la salud mental: más personas se interesan en ir a terapia, hablar de lo que sienten y priorizar su bienestar psicológico. Esto es algo muy valioso, pero también viene con un reto importante: asegurarse de que la terapia que recibimos sea ética, profesional y basada en evidencia.

Porque no todo lo que se llama “terapia” realmente lo es.


¿Qué significa que una terapia sea ética?


La ética profesional en psicología no es solo una formalidad, es una base esencial de la misma, como en cualquier profesión. Implica que el terapeuta respeta ciertos principios que garantizan que el proceso sea seguro y digno para la persona consultante. Algunos de esos principios son:

  • Confidencialidad: Lo que compartes en sesión se queda en sesión, salvo excepciones legales específicas (como riesgo de vida).

  • Consentimiento informado: Tienes derecho a saber qué tipo de terapia se va a trabajar, en qué consiste y qué puedes esperar del proceso.

  • No maleficencia: Un terapeuta ético cuida que sus intervenciones no generen más daño del que buscan reparar.

  • Respeto y no juicio: La terapia es un espacio donde no deberías sentirte juzgado, manipulado ni presionado.


¿Y qué es una terapia basada en evidencia?


Significa que las técnicas, herramientas y enfoques que se usan en sesión han demostrado que funcionan. No se trata de “consejos”, intuiciones o “magia”, sino de métodos probados en distintos contextos y con distintos tipos de personas.

Por ejemplo, hay estudios sólidos que respaldan enfoques como la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), la Terapia Dialéctica Conductual (DBT), entre otras. Estos enfoques de terapia se actualizan constantemente conforme se genera nueva evidencia científica.


Señales de alerta en un proceso poco ético o no profesional


Hay ciertas conductas del terapeuta que pueden indicar que algo no va bien con la forma en la que te está atendiendo. Aquí algunas señales a las que es pertinente poner atención:

  • Te da consejos sin cuestionarte previamente, ni toma en cuenta tus objetivos de terapia.

  • Habla más de su vida que de la tuya.

  • Te dice qué decisiones debes tomar o te presiona a actuar de cierta forma.

  • No tiene formación formal en psicología ni cédula profesional.

  • Promete cambios milagrosos o soluciones mágicas.


Entonces… ¿cómo sé si estoy en buenas manos?


Estas son algunas preguntas que podrías hacerte (o directamente a tu terapeuta):

  • ¿Cuál es su formación? ¿Tiene cédula profesional? ¿Está actualizado?

  • ¿Qué enfoque trabaja? ¿Está basado en evidencia?

  • ¿Respeta mi ritmo, mis decisiones y mi privacidad?

  • ¿Me siento seguro/a y escuchado/a en las sesiones?


Ir a terapia es un acto de valentía, mereces un espacio que esté sostenido por alguien que esté preparado, respete tu proceso y que siga principios éticos claros. La salud mental no es solo cuestión de voluntad propia, también depende de la calidad profesional que se recibe.

El objetivo no es desconfiar o tener miedo, se trata de estar informado. Porque sí, hay muchos profesionales comprometidos, formados y con vocación real. La clave está en aprender a reconocerlos.


Psic. Gerardo Valle García


 
 
 

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