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Qué es la represión emocional y qué hacer para aprender a escuchar a mis emociones

  • Foto del escritor: Alexa Perez Salazar
    Alexa Perez Salazar
  • 13 nov
  • 3 Min. de lectura

¿Has sentido alguna vez una presión en el pecho, como si llevaras un peso que no puedes expresar? Tal vez te hayas guardado lo que sientes para no incomodar a otros o para no enfrentar tus propias emociones, algo que le ocurre a muchas personas. 


A veces, reprimir lo que sentimos se convierte en una forma de autoprotección, pero con el tiempo puede impactar tanto nuestro bienestar emocional como físico. Aunque ocultar las emociones parezca una manera efectiva de evitar el malestar, a largo plazo puede generar consecuencias negativas en distintos aspectos de la vida.


Reprimir las emociones es una estrategia que muchas personas utilizan ya que es la manera en que les enseñaron y han aprendido para atender a sus emociones. Se suele recurrir a esta estrategia para evitar el malestar, la incomodidad o para cumplir con lo que se espera de nosotros dentro de un contexto en particular. 


¿Qué sucede después? 

Las emociones no desaparecen. A corto plazo pensarás que por sentir alivio momentáneo funcionó, porque te alejó de una situación que consideras aversiva. Sin embargo, con el tiempo surgen y pueden hacerlo con mayor intensidad. 


Las puedes llegar a notar en un dolor de cabeza, dolor de estómago, problemas digestivos, tensión en el cuerpo, sistema inmunológico debilitado, entre otras. No solo en nuestro cuerpo, sino que también debilita nuestras relaciones interpersonales, ya que es difícil mantener una conexión genuina con los demás cuando existen barreras. 

 

Quiero controlar mis emociones


No se trata de controlarlas, no están ahí para que tu pongas tus reglas y que solo aparezcan las que te gustan. 


Se trata de aprender regularlas y para esto hay que escucharlas, sentirlas, notarlas y permitirlas sin juzgarlas y viéndolas con curiosidad. Se trata de notar que es una experiencia, no son tu identidad. Se trata de saber qué hacer cuando aparecen, porque lo que haces con ellas cuenta mucho. 


La represión emocional no siempre se nota en grandes gestos

Más bien se manifiesta en pequeñas actitudes, pensamientos o conductas cotidianas:

  • Evitar hablar de lo que duele. Cambiar de tema, minimizar lo que pasó o decir “no fue para tanto” cuando algo afectó emocionalmente.

  • Buscar distracción constante. Llenar la agenda de tareas, trabajo o actividades para no quedarse a solas con lo que se siente.

  • Convertir la tristeza o la frustración en enojo. A veces, detrás de la irritabilidad hay emociones no expresadas.

  • Desconectarse del cuerpo. Sentir tensión, dolor de cabeza o malestares físicos sin causa aparente puede ser una forma en la que el cuerpo habla por las emociones silenciadas.

  • Preferir no expresar lo que se siente por no querer incomodar a otros. Evitar el conflicto. Callar por miedo a ser rechazado, incluso cuando algo te molesta.


Aprende a reconocer y expresar

Reconocer las emociones no significa desbordarse, si no escucharlas. Saber cuál es la función de cada una de ellas ayuda a guiarnos en lo que nos quiere comunicar.  Nombrar, validar y permitir las emociones es una manera de transitarlas. 

algunos tips:

Aunque liberar lo que sentimos puede parecer un proceso difícil, hacerlo puede generar una profunda sensación de alivio. A continuación, algunas estrategias que pueden ayudarte a comenzar:

  • Aprende sobre la función de cada emoción: ¿para qué crees que sirve el enojo?, ¿para qué crees que existe la culpa?. Tener una idea sobre lo que te quieren comunicar ayuda a darle sentido a tu experiencia y a eliminar prejuicios y estigmas sobre lo que son las emociones. 

  • Practica la atención plena: La meditación o el enfoque consciente en el presente te permiten conectar con tus emociones y reconocerlas sin juzgarlas.

  • Lleva un diario emocional: Escribir sobre lo que sientes te ayuda a detectar patrones y comprender mejor tus reacciones. Anota tus emociones, su origen y cualquier reflexión que surja.

  • Busca apoyo emocional: Hablar con alguien de confianza que te escuche con empatía puede aliviar el peso emocional que llevas. A veces, poner en palabras lo que sentimos es un acto profundamente sanador.

  • Canaliza tus emociones en una actividad: Dedica tiempo a actividades que te mantienen enfocado en el presente y te ayuden a procesar lo que sientes. Esto contribuye a disminuir la carga de las emociones reprimidas.


Psico. Edith Ortega 


 
 
 

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