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No tienes que ser bueno para tus hobbies

  • Foto del escritor: Alexa Perez Salazar
    Alexa Perez Salazar
  • 7 oct
  • 2 Min. de lectura

Así es, el ocio y los hobbies son espacios que elegimos para desconectarnos de las exigencias de la vida diaria, explorar nuestra creatividad y si bien podemos mejorar en ellos y desarrollar habilidades, ese no es el objetivo. Muchas veces el perfeccionismo también se mete en estos lugares que deberían ser de disfrute, convirtiendo algo placentero en otra exigencia más, llena de reglas y estándares por alcanzar. 


Cuántas actividades no has abandonado por creer que no “eres bueno para eso” o cuántas no has iniciado por creer que ya es tarde para aprender. 

El perfeccionismo en los hobbies se puede sentir como que no vale la pena hacer algo si no se hace “bien”. Se ve en las comparaciones con quienes llevan más tiempo o parecen más talentosos. Aparece cuando se abandonan los pasatiempos porque los resultados no cumplen con las expectativas.


Se convierte en una obligación más. 

El valor de los hobbies está en el proceso de hacerlos, independientemente de los resultados. Es poder estar presente en la actividad sin sentirnos presionados de querer alcanzar estándares.


Mantenerse en una actividad sin tener la presión de alcanzar reglas impuestas puede ser muy enriquecedor. No todo es una competencia, no todo es para aprender y ser mejores todo el tiempo. 


Puedes leer sin exigirte demasiado, puedes empezar a pintar a pesar de que no hagas cuadros artísticos invaluables, puedes cantar aunque no sea afinado… 

Hacer algo sin buscar excelencia abre espacio para la curiosidad, descanso y espontaneidad. 


Vale la pena recordar que no necesitamos justificar cada actividad con un resultado perfecto. 

Leer, bailar, cantar, cocinar o practicar deportes puede ser únicamente para sentirnos bien, sin necesidad de mostrarlo o convertirlos en objetivos llenos de presión. 

Un hobby no son exámenes, evaluaciones ni deben de seguirse al pie de la letra. Son respiros para nuestros días en los que ya rendimos cuentas. Y si se disfruta, entonces ya se está haciendo “bien”. 


Psic. Edith Ortega 


 
 
 

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