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Los límites sanos no son muros

  • Foto del escritor: Alexa Perez Salazar
    Alexa Perez Salazar
  • 8 nov
  • 2 Min. de lectura

En los últimos años, la conversación sobre los límites personales ha ganado fuerza. Aprender a decir “no”, priorizar el autocuidado y reconocer las propias necesidades son pasos importantes para una vida más equilibrada. Sin embargo, en una cultura que exalta la independencia y la autosuficiencia, el discurso sobre los límites a veces se ha distorsionado. 


Uno de los mitos más comunes en la sociedad actual es pensar que poner límites significa desconectarse emocionalmente. La tendencia al individualismo ha transformado el autocuidado en una forma de aislamiento: “yo primero, los demás después.” Pero los límites sanos no separan, ordenan la forma en que nos vinculamos. Son un marco para cuidar la relación, no una excusa para huir de la incomodidad o del compromiso afectivo. 


Otro mito frecuente es creer que no deberíamos necesitar a nadie. Bajo la idea de independencia total, se desprecia la vulnerabilidad y se confunde la interdependencia con debilidad. Pero los seres humanos no estamos hechos para la autosuficiencia absoluta; somos relacionales por naturaleza. Poner límites no es cerrarse al otro, sino poder elegir desde la conciencia cómo y cuándo queremos estar disponibles. 


También existe la creencia de que quien pone límites “ya sanó” o “es emocionalmente maduro”. En realidad, poner límites es un proceso continuo, que a veces duele y se aprende con ensayo y error. No siempre lo hacemos perfecto, y eso también está bien. Aprender a cuidar nuestro espacio en la era de la hiperconectividad, y al mismo tiempo sostener el espacio del otro, es un ejercicio de flexibilidad, no de rigidez.


Los límites verdaderamente sanos nacen del reconocimiento del otro y de uno mismo como igualmente valiosos. No se trata de priorizar al “yo” sobre el “nosotros”, sino de construir relaciones donde ambas partes puedan ser y estar sin invadirse, ya que son un gesto de respeto. No dicen “no te necesito”, sino “te elijo desde un lugar donde ambos podamos estar bien”. 


Psic. Katya Margarita Ruiz Villalobos 


 
 
 

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