La voz en tu cabeza: ¿amigo o hater?
- Alexa Perez Salazar
- 7 oct
- 2 Min. de lectura
¿Te has notado hablándote como tu peor crítico? A veces la voz más dura que escuchamos no viene de los demás, sino de nosotros mismos. Ese diálogo interno constante —lo que nos decimos en silencio— puede convertirse en nuestro mejor aliado o en un hater de tiempo completo.
El diálogo interno no es algo menor. Influye en cómo nos sentimos, cómo interpretamos las situaciones y hasta en cómo nos tratamos día a día.
Si ante un error piensas “ya lo arruiné, soy un “*#$%/!”, no solo te desanimas: probablemente también evites intentarlo de nuevo y la emoción de enojo o frustración crezca. En cambio, si logras decirte “ok, me equivoqué, pero puedo aprender”, la experiencia puede cambiar.
Lo curioso es que solemos tratar mejor a los demás que a nosotros mismos. A un amigo probablemente no le dirías “qué inútil eres” por olvidar algo; le dirías “no pasa nada, a cualquiera le sucede”. ¿Por qué con nosotros usamos el doble de severidad?
Nuestro diálogo interno puede volverse un juez inclemente, siempre listo para señalar lo que falta, lo que salió mal o lo que no se hizo perfecto. Y aunque esa voz crítica puede tener la intención de “motivarnos”, en la práctica suele desgastarnos y alejarnos de nuestras metas.
La buena noticia es que este diálogo se puede modificar. No se trata de repetir frases positivas como si fueran mantras mágicos, sino de entrenar una forma más realista y amable de hablarnos.
Validar nuestras emociones sin juzgarlas, reconocer errores sin dramatizar, darnos crédito por los avances, por pequeños que parezcan.
Cuidar cómo nos hablamos es cuidar nuestra relación con nosotros mismos. Porque esa voz interna no se apaga: nos acompaña todo el día. Y si vamos a escucharla tanto, más vale que sea una voz que sostiene, no que sabotea. Al final, no podemos elegir apagar nuestro diálogo interno, pero sí podemos elegir transformarlo en un compañero que nos impulse en lugar de hundirnos.
Psic. Cindy Navarrete
Comentarios