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La trampa del “todo o nada”

  • Foto del escritor: Alexa Perez Salazar
    Alexa Perez Salazar
  • 11 ago
  • 2 Min. de lectura

¿Alguna vez has sentido que si no haces algo perfecto, no tiene sentido intentarlo? Que si no lo logras a la primera, entonces ya no vale la pena. Que si no haces dos horas de ejercicio, no vale la pena hacer 20 minutos. Si te suena familiar, es probable que estés cayendo en la trampa del “todo o nada”.


Este pensamiento te hace dicotomizar la vida. Si no has ido al gimnasio en lo que va de la semana, entonces “¿ya para qué voy hoy?”. Si sucedió algo malo por la mañana, “ya se arruinó el día”. Si no puedes usar ese outfit que habías imaginado, “mejor no voy”. Si no es blanco, entonces es negro. Pareciera tener sentido, pero vamos más allá.


Esta forma de pensar puede sentirse muy lógica, muy convincente. Como si hablarte con tanta rigidez fuera la única manera de lograr tus objetivos y como si esa dureza fuera la motivación que “necesitas”. Spoiler: no es así.


El pensamiento de “todo o nada” aparece en situaciones muy concretas. En los intentos por cuidarte, donde si no haces “todo bien”, mejor ni empiezas. En las emociones, cuando piensas que si te sientes mal después de muchos días sintiéndote bien, entonces “no has avanzado”. En las relaciones de pareja, cuando un conflicto te hace dudar de todo lo que han construido. Aunque es normal tener pensamientos así, vivir bajo esa lógica puede ser muy agotador, frustrante y no dejar espacio para intentar. Menos para fallar.


Aceptar que puedes hacer algo sin hacerlo todo, que hay matices más allá del blanco y negro, que a veces hay circunstancias atenuantes… no es conformismo. Es la realidad. Y eso también es cuidado. 


En ocasiones el paso más importante no es retomar la rutina perfecta, sino solamente no abandonarla por completo. A veces lo que necesitas no es un esfuerzo sobrehumano, sino un poquito de compasión contigo. Sí, tal vez solo saliste a caminar en lugar de correr. ¿Y qué? Es mejor que no haber salido para nada.


Para salir de esta trampa, hay que empezar por notarla. Pregúntate si lo que estás pensando realmente es un reflejo de lo que está pasando… o si está filtrado por la autoexigencia desmedida. Recuerda que hacer algo pequeño, aunque no sea perfecto, sigue siendo valioso.


Ahora piensa, ¿qué harías hoy si no tuviera que salir perfecto?


Psic. Cindy Navarrete


 
 
 

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