La ruptura de una amistad: un duelo del que casi no se habla
- Alexa Perez Salazar
- 9 oct
- 2 Min. de lectura
Cuando se habla de rupturas, casi siempre pensamos en las relaciones de pareja. Se escriben libros, canciones y consejos sobre cómo sanar después de una separación amorosa. Pero cuando una amistad se rompe, el dolor suele vivirse en silencio. Es un duelo que existe, pero que pocas veces se nombra, y justamente por eso puede sentirse aún más solitario.
Las amistades son vínculos que marcan etapas de vida, brindan apoyo incondicional y construyen parte de nuestra identidad. Por eso, cuando terminan, la herida no es menor. Puede doler tanto como una ruptura romántica, pero al no tener el mismo reconocimiento social, muchas personas se sienten confundidas o minimizan su dolor: “no debería afectarme tanto, solo era una amiga”. La realidad es que sí importa, y mucho.
Las causas de una ruptura pueden ser diversas: caminos de vida distintos, conflictos no resueltos o un distanciamiento progresivo. Sea cual sea la razón, lo cierto es que la ausencia deja un vacío difícil de llenar. Y como no solemos tener rituales ni espacios para despedir amistades, la persona puede quedarse atrapada entre la nostalgia y el silencio.
Algunas maneras de atravesar este proceso son:
Dar validez al dolor: reconocer que perder una amistad es una pérdida real y legítima.
Nombrar lo vivido: hablar de ello con alguien de confianza, sin miedo a que parezca “menos importante” que una ruptura amorosa.
Agradecer la historia compartida: aceptar que esa amistad fue valiosa aunque no continúe.
Abrirse a nuevos vínculos: poco a poco, permitir que otras personas ocupen un espacio en la vida.
Hablar de las rupturas de amistad es necesario. Porque, aunque no tengan la misma visibilidad que las relaciones de pareja, también dejan huella, también transforman y también duelen. Reconocerlo es el primer paso para poder sanar y seguir adelante con el corazón un poco más libre.
Psic. Katya Margarita Ruiz Villalobos
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