La relación entre el cuerpo y la mente

A veces hablamos del cuerpo y la mente como si fueran dos mundos separados: uno físico y otro emocional. Pero la realidad es que están muy entrelazados. Lo que sentimos afecta a nuestro cuerpo, y lo que ocurre en nuestro cuerpo influye en cómo pensamos y percibimos el mundo.

El cuerpo no solo sostiene nuestras emociones, también las expresa. La tensión en los hombros, el nudo en la garganta o el vacío en el estómago no son casualidades: son mensajes. Cada sensación física puede ser una forma en que el cuerpo intenta decirnos algo que la mente aún no logra poner en palabras.

Del mismo modo, nuestra salud mental se nutre del modo en que cuidamos nuestro cuerpo. Dormir bien, alimentarse sanamente, movernos y respirar profundamente son prácticas que no solo benefician la salud física, sino que también regulan nuestras emociones y mejoran la claridad mental.

En la terapia psicológica, muchas veces se invita a reconectar con el cuerpo para poder reconectar con uno mismo. Practicar la atención plena al detenerse, sentir los pies en el suelo, notar la respiración; nos devuelve al presente y ayuda a disminuir la rumia. No se trata de controlar el cuerpo, sino de escucharlo como guía para tomar decisiones.

Cuando el cuerpo y la mente se comunican, hay congruencia. Empezamos a notar que el bienestar no es solo pensar “positivo,” sino habitar el cuerpo con amabilidad, reconocer lo que siente y permitirnos descansar cuando lo necesitamos. 

Cuidar la mente sin cuidar el cuerpo es como intentar llenar un vaso roto. Reconocer su conexión nos recuerda algo esencial: no somos una mente que lleva un cuerpo, somos una experiencia completa que habita ambos.

Psic. Katya Margarita Ruiz Villalobos