La importancia de expresar nuestras emociones
- Alexa Perez Salazar
- 13 oct
- 2 Min. de lectura
A lo largo de la vida aprendemos muchas cosas: a hablar, a estudiar, a trabajar, a relacionarnos. Pero no siempre aprendemos a sentir y expresar lo que nos pasa por dentro. En muchas personas existe la idea de que mostrar las emociones es signo de debilidad o falta de control, cuando en realidad, es una de las formas más genuinas de conectar con nosotros mismos y con los demás.
Las emociones cumplen una función esencial: nos informan sobre nuestras necesidades, límites y deseos. El miedo nos alerta del peligro, la tristeza nos invita a detenernos y sanar, la ira señala una injusticia o un límite traspasado, y la alegría nos muestra lo que valoramos. Cuando intentamos reprimirlas o esconderlas, no desaparecen; simplemente buscan otra forma de manifestarse, a veces a través del cuerpo o del agotamiento emocional.
Expresar lo que sentimos, ya sea hablando, escribiendo, llorando o compartiendo con alguien de confianza, es una manera de darle salida a lo que llevamos dentro. No se trata de desbordarse, sino de reconocer y validar lo que estamos viviendo. Al hacerlo, se reduce la tensión interna y aumenta la sensación de coherencia: lo que siento, pienso y hago están más alineados.
Además, la expresión emocional fortalece los vínculos. Cuando compartimos nuestras emociones, permitimos que otros nos conozcan realmente y abrimos espacio para la empatía. En relaciones sanas, mostrarnos vulnerables no nos hace frágiles, sino humanos. También facilita que los demás se sientan con permiso de expresar lo suyo, creando relaciones más genuinas y profundas.
Reconocer y expresar las emociones contribuye a una mejor regulación emocional y previene el malestar acumulado. Es un ejercicio que requiere práctica y paciencia, especialmente si crecimos en entornos donde se enseñó a “aguantarse” o “no mostrar debilidad”. Pero con pequeños pasos, como identificar lo que sentimos y nombrarlo sin juicio, podemos empezar a construir una relación más amable con nuestro mundo interno.
Psic. Katya Margarita Ruiz Villalobos
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