La escritura terapéutica: sanar a través de las palabras
- Alexa Perez Salazar
- 9 oct
- 2 Min. de lectura
Muchas veces nos cuesta expresar lo que sentimos en voz alta. La escritura terapéutica es una herramienta sencilla pero poderosa que nos permite hacerlo en silencio, a través de las palabras. No se trata de escribir bonito ni de ser escritor, sino de dejar que lo que llevamos dentro tome forma en una hoja.
Desde la psicología, se ha visto que escribir sobre nuestras emociones puede ayudar a procesarlas y darles un lugar. Cuando lo que pensamos y sentimos se queda solo en la mente, suele volverse caótico. Al pasarlo al papel, logramos ordenar, comprender y, en muchos casos, aliviar esa carga interna.
Ahora bien, hacerlo a mano tiene beneficios especiales. El movimiento de la escritura es más lento que teclear, y eso nos invita a pausar, reflexionar y conectar de manera más consciente con lo que estamos sintiendo. Además, la caligrafía lleva un sello personal: ver nuestras palabras en nuestra propia letra crea un sentido de autenticidad y cercanía difícil de replicar en una pantalla.
Otro aspecto importante es que escribir a mano favorece la memoria y la integración emocional. Diversos estudios señalan que este tipo de escritura activa áreas cerebrales relacionadas con la reflexión y el aprendizaje profundo, lo que ayuda a que el proceso sea más significativo.
La escritura terapéutica fomenta, además, la autoconciencia. Al volver a leer lo escrito tiempo después, podemos observar patrones, reconocer emociones recurrentes y notar pequeños cambios con el tiempo. Cada cuaderno o libreta se convierte así en un testigo de nuestro propio proceso de crecimiento.
Y lo más valioso: escribir puede ser un espacio íntimo de autocuidado. No se necesita nada más que papel, pluma y unos minutos al día. Puede ser una carta que nunca enviarás, una lista de agradecimientos o simplemente dejar salir lo que no pudiste decir en voz alta.
En conclusión, escribir a mano no solo es un ejercicio terapéutico, sino también un recordatorio de que en lo simple —como tomar una pluma y llenar una hoja— también habita la posibilidad de sanar.
Psic. Katya Margarita Ruiz Villalobos
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