La ansiedad social: cuando el miedo nos aleja de vivir plenamente
- Alexa Perez Salazar
- 13 oct
- 2 Min. de lectura
¿Alguna vez has tenido que ocultar lo que piensas por miedo a no encajar o a que la otra persona vaya a incomodarse o a pensar mal de ti? ¿Has evitado situaciones que realmente deseabas vivir solo por miedo a ser juzgado, criticado o rechazado? Si respondiste que sí, quizá te estés enfrentando a lo que se conoce como ansiedad social.
La ansiedad social no es simple timidez ni falta de carácter. Es una condición emocional en la que la persona vive con un temor constante a ser observada, juzgada y rechazada. La persona con ansiedad social evita cualquier interacción en la que considere que estará expuesto a algo así, por lo que poco a poco se va aislando y se va privando de nuevas experiencias que pueden enriquecer su vida, lo que causa mucha frustración y tristeza.
Se manifiesta de muchas formas. A veces es ese nudo en la garganta antes de hablar, el rubor en el rostro, las manos sudorosas o el pensamiento repetitivo de “voy a hacer el ridículo” o “qué van a pensar de mí”. Otras veces se trata de la sensación de no encajar, de que todo lo que decimos será juzgado, por lo que terminamos escondiendo nos o amoldandonos para “ser aceptados”.
El problema es que, todo lo que evitas te persigue, y al evitar esas situaciones, la ansiedad social se alimenta. Una persona que teme participar en una clase, dar su opinión en una reunión o incluso asistir a un evento social, termina reforzando la idea de que no puede hacerlo. Con el tiempo, este círculo vicioso genera frustración, tristeza y la sensación de estar atrapado en una vida más limitada de lo que en realidad podría ser.
Sin embargo, hay una herramienta poderosa para romper este ciclo: la exposición. Aunque suene paradójico, enfrentarnos a aquello que tememos es lo que nos ayuda a recuperar confianza. La exposición puede ser tan sencilla cómo, iniciar una conversación breve, participar con una opinión, quedarse un poco más de lo habitual en una reunión o comenzar esa disciplina que tanto has querido tomar. Lo importante aquí es sostenerse, quedarse y continuar haciéndolo incluso cuando aparezcan los síntomas de la ansiedad, ya que si hacemos esto la curva de ansiedad eventualmente disminuirá y así, le estaremos enviando al cerebro el mensaje de que no estamos en peligro y que podemos tolerar el malestar.
La exposición no elimina la ansiedad de la noche a la mañana, pero sí construye confianza y nos enseña que somos más fuertes de lo que creemos. Lo que antes parecía imposible comienza a transformarse en un logro, y en un camino hacia una vida más plena y auténtica.
La ansiedad social no define quién eres. Detrás de ese miedo está una persona con deseos, talentos y sueños que merecen expresarse. Tal vez la clave esté en atrevernos, poco a poco, a ser nosotros mismos, aunque tiemble la voz, aunque el corazón se acelere, aunque los demás opinen. Porque cada paso nos acerca hacia la versión más libre y genuina de nosotros mismos.
Psic. Emma S. Urtiz
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