Hostilidad en la Pareja: el cómo se dice importa más que el qué se dice
- centroencara
- 16 jul
- 2 Min. de lectura
En toda relación de pareja, los conflictos son inevitables ya que no hay vínculo íntimo que no atraviese momentos de desacuerdo o frustración, sin embargo lo que muchas veces fractura una relación no es el problema en sí, sino la manera en que lo abordamos.
En particular cuando nuestra forma de comunicación se torna hostil, cuando aparece el tono sarcástico, la crítica cargada, o esos gestos que hieren puede convertirse en un veneno silencioso que sin darnos cuenta poco a poco desgasta profundamente el vínculo.
A diferencia del enojo que es una emoción legítima y hasta útil cuando nos señala que algo no está bien, la hostilidad es una forma defensiva y agresiva de comunicarnos, que lejos de acercarnos, levanta muros y hace imposible llegar a un acuerdos.
Lamentablemente a casi nadie se nos enseñó cómo se lleva a cabo una resolución de conflictos y es por eso qué se vuelve casi automática la reacción ante una molestia, actuamos con ironía, con desdén o con un “tú siempre haces lo mismo” y el problema es que este tipo de respuestas no invitan al diálogo, sino a la confrontación.
La terapeuta Lara Kraiselburd lo resume muy bien:
“La hostilidad no es enojo, es una forma en la que expresamos que el otro nos dejó de importar en ese momento”.
Ya que cuando dejamos de cuidar el cómo hablamos, cuando lanzamos reproches disfrazados de verdades, estamos diciendo con o sin intención que ya no estamos disponibles para construir.
Muchas parejas entran en ciclos de retroalimentación negativa donde la crítica, la defensa y el silencio se vuelven un patrón. Nadie se siente escuchado, nadie se siente comprendido solo queda la sensación de estar sobreviviendo juntos, pero emocionalmente distantes.
Romper con esa dinámica no implica dejar de enojarse, sino aprender a reconocer cuándo el enojo se ha vuelto hostil y desde ahí, elegir otra cosa.
Pausar, nombrar lo que duele sin atacar, pedir sin exigir y asumir la responsabilidad de cómo decimos lo que sentimos. Porque sí, el contenido importa, pero la forma en muchas ocasiones termina siendo la clave para poder establecer acuerdos.
Construir una relación consciente no significa evitar conflictos, sino elegir tenerlos de manera que nos acerquen y no nos destruyan. Significa cuidar el tono, el momento, las palabras. Significa recordar que del otro lado no hay un enemigo, sino alguien que también quiere ser visto y querido.
Si te sientes identificado con estas dinámicas en tu relación, o simplemente deseas aprender herramientas para mejorar la comunicación y el vínculo con tu pareja, te invito a que consideres la posibilidad de acudir a terapia. Un espacio seguro y profesional puede ayudarte a entender mejor tus emociones, romper ciclos destructivos y reconectar de manera más sana.
Psic. Paulina Mariscal
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