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¿Es cierto todo lo que piensas?

  • Foto del escritor: Alexa Perez Salazar
    Alexa Perez Salazar
  • 2 oct
  • 2 Min. de lectura

¿Te has notado pensando y dices: “qué buena historia me estoy aventando”? A todos nos pasa. Nuestra mente, aunque brillante, también tiene la costumbre de dramatizar, exagerar o adelantarse a escenarios que ni siquiera han ocurrido.


Piénsalo: ¿cuántas veces alguien ha tardado en contestarte un mensaje y tu mente ya escribió toda una saga?: “seguro está enojad@”, “ya no me quiere hablar”, “algo hice mal”, “claro, porque ayer estaba seri@, de seguro es porque…”. Horas después, descubres que simplemente se le descargó el celular. No había drama, solo un celular apagado y ningún cargador cerca.


Y es que la mente no siempre nos cuenta la verdad. Los pensamientos no son fotografías de la realidad, son interpretaciones. Y esas interpretaciones dependen de mil cosas: tu estado de ánimo, tus experiencias pasadas, lo cansado que estás o incluso de si desayunaste bien.


El detalle es que cuando damos por sentado que todo lo que pensamos es cierto, podemos terminar atrapados en un ciclo de ansiedad, culpa o autocrítica. Es como darle el control de tu vida a un piloto nervioso que ve peligros por donde sea. La mente es muy hábil para convencerte de que su versión es la única posible. Pero… ¿y si no lo es?


Aquí va una idea útil: empieza a mirar tus pensamientos como lo que son, pensamientos. No verdades absolutas, no sentencias finales. Imagina que tu mente es como una radio: puedes escuchar lo que dice, pero tú decides si le subes el volumen, si cambias de estación o si de plano la dejas de fondo mientras haces otra cosa.


Esto no significa ignorar lo que piensas, sino relacionarte con tus pensamientos de otra forma, darles la atención que merecen: no menos, pero tampoco más. Algunos serán útiles, otros no tanto. Algunos te impulsan, otros te frenan. Lo importante es preguntarte: ¿este pensamiento me acerca o me aleja de la vida que quiero vivir?


Porque si lo piensas bien (pero no tanto), no todo lo que pasa por tu mente merece convertirse en tu verdad. A veces solo son historias pasajeras, como nubes que se deshacen en el cielo. Y vivir con más calma no siempre depende de cambiar lo que piensas, sino de aprender a no creerle todo a esa vocecita que, aunque suene muy convincente, también se equivoca… y mucho.


Psic. Cindy Navarrete


 
 
 

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