Entre el hacer y el ser: encontrar equilibrio entre el trabajo y la vida personal.

Vivimos en una época donde el trabajo ocupa una gran parte de nuestras horas, energía y atención. Es común escuchar frases como “no tengo tiempo para mí” o “debo estar al pendiente del trabajo todo el tiempo.” Y aunque el trabajo puede ser fuente de propósito y crecimiento, cuando absorbe todo nuestro espacio interno, el bienestar comienza a verse afectado.

El equilibrio entre la vida laboral y personal no significa dividir el tiempo en partes iguales, sino cultivar una relación más consciente con ambas áreas. Hay momentos en los que el trabajo demandará más, y otros en los que necesitaremos priorizar el descanso, el esparcimiento, las relaciones, o simplemente el silencio. El balance no es una meta fija, sino un movimiento constante de ajuste.

La sobreexigencia y la falta de descanso sostenido pueden generar estrés crónico, fatiga emocional y una desconexión profunda con lo que realmente nos importa. Cuando vivimos en “modo automático”, actuamos desde el deber, no desde la elección. Y ahí, poco a poco, el sentido se va diluyendo. 

Recuperar el equilibrio implica detenernos a observar: ¿Qué estoy dejando de lado para cumplir con todo? ¿Estoy actuando desde mis valores o desde la culpa? A veces, basta con pequeñas acciones como cerrar la computadora a una hora razonable, salir a caminar, dedicar unos minutos al silencio, o a compartir con quienes queremos, y así empezar a reconectar con la vida fuera del rendimiento y lo que la sociedad entiende hoy en día como “productividad”.

El descanso no es una recompensa, es una necesidad humana. Y poner límites no es falta de compromiso, sino una forma de sostenerlo sin rompernos. Trabajar con propósito es valioso, pero vivir con presencia lo es aún más.

Encontrar el equilibrio no significa hacer menos, sino hacer desde un lugar más pleno, donde el trabajo no sea lo que nos define, sino una parte de la vida que elegimos habitar con consciencia. 

Psic. Katya Margarita Ruiz Villalobos