El vínculo con otras formas de vida: mascotas, plantas y más
- Alexa Perez Salazar
- 9 oct
- 2 Min. de lectura
El ser humano no vive aislado. Estamos en constante relación con nuestro entorno, y muchas veces, los vínculos más significativos no solo se dan con otras personas, sino también con mascotas, plantas u otras formas de vida que nos acompañan en lo cotidiano.
Tener una mascota, por ejemplo, no solo significa compañía. Diversas investigaciones muestran que convivir con un animal favorece la reducción de estrés, mejora la sensación de seguridad y promueve rutinas saludables, como salir a caminar o establecer horarios de alimentación. Además, el vínculo afectivo con ellos despierta ternura y nos recuerda la importancia del cuidado mutuo.
Con las plantas ocurre algo similar. Aunque parecen silenciosas y estáticas, cultivarlas genera una conexión especial. Regarlas, observar su crecimiento y atenderlas es una manera de practicar la paciencia y la atención plena. Cuidar una planta nos enseña que la vida se desarrolla a su propio ritmo y que nuestro cuidado tiene un impacto directo en su bienestar.
Incluso observar aves en la ventana, escuchar el sonido de los insectos o simplemente estar en contacto con la naturaleza refuerza nuestra sensación de pertenencia al mundo vivo. Estos vínculos nos recuerdan que no estamos separados de la naturaleza, sino profundamente conectados a ella.
Este tipo de lazos favorecen la regulación emocional y nos ayudan a sentirnos acompañados, incluso en momentos de soledad. La relación con otras formas de vida nos invita a salir de nosotra/os misma/os, a cuidar y a recibir cuidado de maneras sencillas pero significativas.
Definitivamente, compartir nuestra vida con mascotas, plantas o la naturaleza misma es abrir la puerta a experiencias que nutren el corazón. Son vínculos que no se sostienen en palabras, sino en gestos cotidianos de cuidado y presencia. Y en ellos encontramos, muchas veces, una fuente inesperada de bienestar.
Psic. Katya Margarita Ruiz Villalobos
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