El divorcio: un duelo que abre caminos hacia lo valioso
- Alexa Perez Salazar
- 11 sept
- 2 Min. de lectura
El divorcio es sin duda, una de las experiencias más intensas que una persona puede vivir. No solo se trata de la separación de una pareja, también es la despedida de sueños, proyectos y rutinas que alguna vez dieron sentido a los días. En este proceso aparece un duelo profundo: la tristeza, el enojo, la confusión y hasta el miedo se entrelazan, dejando la sensación de estar frente a un vacío.
Pero el duelo no es un callejón sin salida, sino un puente. Un puente que, aunque al principio se recorre con dolor, también conduce hacia lo que es realmente importante en la vida, atravesar este proceso nos invita a preguntarnos: ¿qué cosas son valiosas para mí? Quizá descubrimos que lo esencial está en cuidar de nuestra paz, en recuperar nuestra voz, en fortalecer el amor propio o en reconectar con aquellas relaciones y actividades que nos hacen sentir plenos.
Las emociones que surgen en el divorcio no son un obstáculo, aunque muchas veces lo parecen. La tristeza nos recuerda que lo perdido era valioso, el enojo nos impulsa a poner límites y la ansiedad puede motivarnos a reconstruir con nuevos cimientos. Sentir no es sinónimo de debilidad; es la señal de que seguimos vivos, en movimiento, y de que la vida nos está empujando a crecer.
En este camino, la red de apoyo se vuelve fundamental. Abrirse a la familia, a las amistades o a quienes atraviesan procesos similares puede marcar una diferencia enorme. No se trata de que otros resuelvan lo que sentimos, sino de dejarnos acompañar: permitir que alguien nos escuche, nos recuerde quiénes somos y nos sostenga cuando creemos que ya no tenemos fuerzas.
El divorcio duele, pero también abre la puerta a una nueva etapa. Con el tiempo, se convierte en una oportunidad para vivir más cerca de lo auténtico, de lo que nos importa de verdad. No es un final definitivo, sino el inicio de un viaje hacia nosotros mismos, hacia un lugar donde los valores, la esperanza y la conexión con los demás pueden florecer de nuevo.
Psic. Paulina Mariscal
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