¿Duele más de lo que sana?
- Alexa Perez Salazar
- 13 oct
- 2 Min. de lectura
A veces nos cuesta reconocer que una relación ha dejado de ser un espacio de crecimiento y bienestar. La esperanza de que las cosas cambien, o de que la otra persona “vuelva a ser como antes”, puede mantenernos en vínculos donde damos más de lo que recibimos. Sin embargo, aceptar menos de lo que mereces no es amor: es una forma silenciosa de abandono hacia ti misma.
Cuando una persona realmente desea cambiar, los intentos son visibles, consistentes y sostenidos en el tiempo. No se trata solo de palabras o promesas, sino de acciones observables que permanecen, incluso cuando nadie las está mirando. Hay algunas cosas a las que podemos prestarles atención:
Los cambios no se limitan a unos cuantos días de buen comportamiento o a gestos aislados tras una discusión. Se transforman en un patrón nuevo, en una forma distinta de relacionarse.
Los esfuerzos se mantienen más allá del impulso inicial. No es una reacción al miedo de perderte, sino un compromiso real con el crecimiento personal y la relación.
El cambio auténtico se demuestra cuando las cosas se complican. Si, ante la frustración, la persona vuelve a las mismas conductas dañinas, probablemente no haya una transformación profunda, sino una adaptación momentánea.
Confiar sin evidencia de cambio es como cerrar los ojos y esperar que todo se arregle solo. En el fondo, sabes lo que está pasando, pero eliges mirar hacia otro lado. No porque no veas, sino porque duele mirar. Sin embargo, aceptar algo que te lastima, con la esperanza de que un día deje de hacerlo, no es paciencia: es negación.
Salir de una relación que no te hace bien puede generar miedo, tristeza o culpa. Pero también es un acto de amor propio. A veces es mejor tolerar un dolor temporal que permanecer en un sufrimiento constante. La diferencia entre ambos es que el primero sana, mientras el segundo desgasta.
Tomar decisiones en favor de tu bienestar no te hace egoísta. Significa que estás honrando a tu yo del futuro —esa versión tuya que, algún día, agradecerá haber puesto fin a lo que dolía más de lo que curaba. Y también estás cuidando a tu yo del presente, que merece vivir relaciones donde el afecto se exprese en respeto, coherencia y cuidado.
No te conformes con migajas cuando sabes que mereces una mesa completa. El amor no debería doler más de lo que sana. 🌿
Psic. Cindy Navarrete
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