Autoestima ≠ Ego: ¿Cuál es la diferencia y por qué importa?
- Alexa Perez Salazar
- 1 sept
- 3 Min. de lectura
En ciertas sociedades es común escuchar frases como “esa persona tiene mucha autoestima” para referirse a alguien arrogante, presumido o con exceso de confianza. Sin embargo, en psicología, este es un error frecuente: la autoestima no es lo mismo a lo que se le conoce coloquialmente como: ego. Entender la diferencia entre ambos conceptos no solo nos ayuda a comprendernos mejor, sino también a cultivar una relación más sana con nosotros mismos.
¿Qué es la autoestima?
La autoestima es la valoración realista, consciente y compasiva que una persona tiene de sí misma. Según Nathaniel Branden, uno de los principales teóricos del tema, la autoestima implica dos elementos centrales:
Sentido de competencia: la confianza en que somos capaces de afrontar los retos de la vida.
Sentido de valía personal: la convicción de que merecemos respeto y bienestar.
Tener autoestima no significa creerse perfecto ni vivir en un estado constante de satisfacción. Significa reconocer tanto nuestras fortalezas como nuestras áreas de mejora, sin dejar de considerarnos valiosos.
¿Qué es el ego?
El ego, entendido en un sentido coloquial (fuera de la definición psicoanalítica), se refiere a la necesidad de sobresalir o sentirse superior para tapar inseguridades. El ego busca constantemente validación externa y se sostiene en comparaciones: “valgo porque soy mejor que los demás”.
Mientras que la autoestima nace de una aceptación interna y estable, el ego es frágil y depende de factores externos, como el reconocimiento, los logros o la aprobación social.
Diferencias clave entre autoestima y ego
Fuente de valor personal:
Autoestima: proviene del reconocimiento interno de nuestro valor.
Ego: se sostiene en la comparación con los demás.
Relación con los errores:
Autoestima: permite ver los errores como parte del aprendizaje.
Ego: teme equivocarse porque lo interpreta como debilidad.
Efecto en las relaciones:
Autoestima: favorece vínculos sanos, basados en el respeto mutuo.
Ego: genera competencia, necesidad de demostrar superioridad o dificultad para aceptar críticas.
Estabilidad emocional:
Autoestima: es más estable, incluso en momentos de dificultad.
Ego: es inestable, puede inflarse con los elogios o derrumbarse con una crítica.
Por qué es importante distinguirlos
Confundir autoestima con ego puede llevar a pensar que cuidarse a uno mismo es un acto de soberbia. Nada más lejos de la realidad: fortalecer la autoestima es un acto de salud mental y emocional.
Como señala Carl Rogers, cuando aprendemos a aceptarnos incondicionalmente, dejamos de vivir a la defensiva y podemos crecer de manera auténtica. De igual manera, la investigación de Kristin Neff sobre autocompasión muestra que tratarnos con amabilidad en lugar de crítica constante nos ayuda a mantener una autoestima más estable y resiliente.
Cómo fortalecer la autoestima (sin alimentar el ego)
Practica la autocompasión: háblate como le hablarías a alguien que amas.
Reconoce tus logros internos, (esos que solo tu puedes ver) no sólo los externos.
Acepta que equivocarse es parte natural del proceso de crecimiento.
Rodéate de personas que te valoren por lo que eres, no solo por lo que haces.
Busca ayuda profesional si notas que tu diálogo interno es demasiado crítico o si sientes que tu valía depende de la aprobación ajena.
Conclusión
La autoestima no se trata de creerse más que los demás, sino de reconocerse digno tal y como se es. El ego busca inflarse para ocultar inseguridades; la autoestima, en cambio, se construye desde la aceptación y el respeto hacia uno mismo.
Cultivar autoestima sana no es un lujo, es una necesidad para vivir con mayor bienestar y establecer relaciones más auténticas y saludables.
Psic. Gerardo Valle
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